Las emisiones fugitivas son emisiones procedentes de la liberación involuntaria o intencionada de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Las emisiones pueden ser accidentales, causadas por fugas de equipos, juntas o sellos defectuosos, o pueden ser venteos, quemas en antorcha o vertidos intencionados de GEI. Diversas fuentes citan que las emisiones fugitivas contribuyen aproximadamente al 5% del total de las emisiones mundiales de GEI, aunque en los sectores en los que se emiten con más frecuencia, las fugitivas pueden contribuir a más del 50% de las emisiones de GEI de alcance 1 y 2 de una instalación. La inclusión de las emisiones fugitivas en un inventario de GEI a menudo se pasa por alto debido a la dificultad de controlar o calcular las emisiones, sin embargo, deberían ser una consideración importante a la hora de desarrollar un inventario de GEI.

En un inventario de GEI, las emisiones fugitivas se tratan como su propia categoría de fuentes de emisión de Alcance 1.

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Fuentes de emisión de GEI de Alcance 1.

Tres actividades principales contribuyen a las emisiones fugitivas:

1. uso de refrigerante,
2. actividades relacionadas con el petróleo y el gas, y
3. minería del carbón.

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En múltiples sectores, el uso de refrigerantes en equipos móviles o fijos (como los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado) provoca la liberación de hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarburos (PFC) y sulfuro de hexafluoruro de azufre (SF6), todos ellos gases de efecto invernadero contemplados en el Protocolo de Kioto. Las emisiones de estos gases de efecto invernadero pueden producirse durante el proceso de fabricación, por fugas durante el uso del equipo o por la eliminación del refrigerante al final de la vida útil del equipo.

En el sector del petróleo y el gas, el metano (CH4) puede liberarse durante las actividades de exploración, producción, transporte, refinado y distribución. Las emisiones de metano pueden ser involuntarias o intencionadas, siendo las involuntarias las causadas por fugas de equipos, juntas defectuosas o uniones durante el transporte y almacenamiento de combustibles fósiles. Las emisiones intencionadas suelen producirse por motivos de seguridad relacionados con el diseño de las instalaciones, o también puede producirse un venteo intencionado cuando el gas natural no puede utilizarse o recuperarse económicamente y, por tanto, se ventea en lugar de venderse o quemarse.

Al igual que ocurre con el petróleo y el gas, las emisiones de metano se liberan en la minería del carbón. El carbón que se extrae se forma a lo largo de millones de años cuando la materia biogénica se comprime y se calienta. A lo largo de este proceso geológico, el metano y el dióxido de carbono (CO2) quedan atrapados en las formaciones de carbón. El gas atrapado se conoce como gas de veta y suele tener una composición del 95-97% de metano puro. El gas de veta se libera durante la exploración, extracción, almacenamiento, transporte o distribución de carbón procedente de minas subterráneas y de superficie. Una vez que han cesado las actividades de extracción de petróleo y gas y de carbón, los pozos y minas abandonados también pueden seguir emitiendo metano.

A menudo se pasa por alto la inclusión de las emisiones fugitivas en un inventario de GEI, sin embargo, las emisiones fugitivas deberían ser una consideración importante. El potencial de calentamiento global (PCG) del CH4, los HFC, los PFC y los SF6 es de decenas a miles de veces más potente que el CO2, por lo que su impacto en el cambio climático es significativo. Esta potencia, combinada con el volumen de emisiones intencionadas y no intencionadas de GEI en sectores como el petróleo y el gas y la minería del carbón, hace que las emisiones fugitivas sean uno de los mayores contribuyentes a los GEI en estos sectores.

Calcular las emisiones de GEI procedentes de fuentes fugitivas es un reto debido a la dificultad de definir factores de emisión adecuados y a la dificultad de medir los datos de actividad. En función de los datos disponibles, la empresa declarante puede optar por seguir un planteamiento de nivel 1, 2 o 3, como se indica en las Directrices del IPCC para los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero de 2006, volumen 2, capítulo 4, para calcular las emisiones fugitivas. Los enfoques de nivel 1 exigen que las empresas elijan entre factores de emisión medios mundiales. Los enfoques de nivel 2 utilizan factores de emisión específicos de cada país procedentes de estudios, informes públicos o programas de medición. Los enfoques de nivel 3 utilizan datos de actividad específicos de las instalaciones y requieren mediciones directas en cada una de ellas. En algunos casos, como en las minas de carbón a cielo abierto, todavía no es factible recopilar datos de Nivel 3. Independientemente del enfoque adoptado para notificar las emisiones fugitivas, mediante el seguimiento y la notificación, las organizaciones pueden descubrir oportunidades para mitigar estas fuentes de emisión. La precisión de las oportunidades de mitigación puede afinarse aún más si se dispone de datos de nivel 3 para su recopilación.

En el SINAI, las metodologías de cálculo específicas de la industria y los factores de emisión para el cálculo de las emisiones fugitivas se han integrado en el módulo de inventario del SINAI basándose en IPCC y el GHG Protocol. Nuestros modelos están diseñados para facilitar la simplificación de los cálculos de emisiones fugitivas, especialmente en los sectores del petróleo y el gas y la minería del carbón, con el fin de garantizar que todas las fuentes de emisiones se capturan adecuadamente en un inventario de GEI de acuerdo con las normas internacionales.

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